
Licopeno de mi alma, néctar mío,
azuquilla endiabladamente roja,
en tus aguas la risa se remoja
si te muerde mi ley del albedrío.
Se derrama el zumo del estío
por la boca que ansiosa se sonroja
y traviesa del jugo se despoja
para hacer de mi cuello un dulce río.
Te dejo que navegues en mi ombligo
y mojes con tu entraña los calores.
Yo quiero refrescarme así contigo
bebiéndome el caudal de tus sabores.
Reniego del invierno y de su abrigo,
azuquilla endiabladamente roja,
en tus aguas la risa se remoja
si te muerde mi ley del albedrío.
Se derrama el zumo del estío
por la boca que ansiosa se sonroja
y traviesa del jugo se despoja
para hacer de mi cuello un dulce río.
Te dejo que navegues en mi ombligo
y mojes con tu entraña los calores.
Yo quiero refrescarme así contigo
bebiéndome el caudal de tus sabores.
Reniego del invierno y de su abrigo,
no tienen tus efectos sanadores.
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