martes, 18 de septiembre de 2007

CAMINOS DEL RECUERDO

Recojo los bártulos de mi memoria
y emprendo un camino sin retorno
que vaga por senderos del olvido.
Crecer es despojarse de todo,
repito cuando miro a aquellos niños
que cambian su risa en los cromos
y chupetean la infancia
en barquillos de vainilla.
Dejo mis recuerdos en el árbol centenario
que jugó conmigo al escondite
y con una maleta raída en el brazo
y los sueños ocultos bajo el pecho,
retomo el paseo por donde he venido,
guiñando un ojo a la vida
que me columpia ilusiones
y pinta en el alma churretes
de canela y chocolate.

7 comentarios:

Pigmalión dijo...

Con una maleta nueva, las caricias de tus sueños, el deseo en el rostro y las profundidades del alma chorreando dulce nectar.....

Te auguro una maravillosa transformación de niña a mujer.

P.D: Ojo con el chocolate, es un gran enemigo de los espejos.

Hank dijo...

¿Y qué verbo define lo que sucede cuando se te despoja de todo?
El árbol centenario, columna del mundo, arrancado de raíz, urbanizado... se desploma el cielo sobre mis recuerdos. Los viejos, los perros, las veredas de siempre. Las bicicletas, los patios, las parras de luz y sombra.
El tiempo irrumpe un buen día -digamos ayer-, y lo que parecía eterno, inamobible y perpetuo ha desaparecido para siempre. ¿Pero cuándo? Pues así, como pasan las horas, sin darnos cuenta.

Contraponiéndose a mis sensaciones, tus palabras; y no puedo dejar de preguntarme: ¿lo escribiste mientras me sucedía o me adivinaste el sentimiento?

Rocío dijo...

Pigmalión, el chocolate es uno más de los sueños de un niño y en esos mundos los cristales reflejan lo que la ilusión quiere ver, sin realidades que aprisionen.
Gracias.

Pigmalión dijo...

Las ilusiones nunca han sido privilegio exclusivo de la niñez.

Los cristales siempre han reflejado y reflejarán la realidad.

Otra cosa es que alguien se sienta preso de su realidad o de sus ilusiones y no sea capaz de afrontarlo sin romper lo que no le agrada.

Puede terminar haciendo mucho daño a las ilusiones de otros con los cristales rotos.

Rocío dijo...

Todo es un círculo, Hank. Unos árboles caen y otros empiezan a echar pequeñas raíces.
Los dioses nos envidian por eso: somos mortales y en lo efímero está la belleza. Su inmortalidad les aburre y, los ingenuos, nos van destrozando nuestro alrededor para vengarse, sin saber que, ¡ay!, nosotros vamos recomponiendo la sonrisa cada día que pasa.

Quizás uno más benévolo me chivó tu sensación y me impulsó a escribirlo.

¡Quién sabe!

Cuquita dijo...

Leyendo este poema de la infancia, se me vienen preciosos recuerdos a tu lado.De repente me veo liada en una manta,frente a la ventana,contemplando una gram tormenta: "Chica,cuenta: uno,dos, tres..cuanto antes suene el trueno, más cerca está la tormenta"..
A veces, me gustaría ser pequeña de nuevo,para que me arroparas en tu regazo,me contaras cuentos, así como la Pasión de Cristo...(jejejje).
Aunque el fin de semana pasado, volvimos a ser pequeñas en Eurodisney, rodeada de muñecos, de fantasía, de atracciones.Tanto que nos hemos reído en el parque,comiendo ricos bocadillos de queso en el hotel..
Contigo siempre seré pequeña y mi vida será una eterna infancia,llena de ilusíones, de alegría y felicidad..
Aunque dentro de poco cumpla ya un año más,a tu lado siempre seré la chica,la enana y ahora,Cuquita.
Te quiero...Un beso

Rocío dijo...

Cuquita, ¿será por nombres?
Gracias por venir, por recordar y por estar siempre ahí.

Un "no petit" beso