Cuando venga a buscarme,
le daré mi voz cansada, mis manos otoñales
como las ramas que ahí fuera crujen sus despojos.
Me encontrará desnuda,
en un ofrecimiento insinuante
a sus dientes de vampira.
Que los labios se le enturbien
del último resto que otro día fue rojo,
que la sal que acarició mi piel
en los mares de la infancia
le escueza la valentía,
y que te coma las entrañas a ti que te llevo dentro.
Cuando venga a por mí,
la sorprenderé maquillada hasta las sienes
-tiene que ser ella la que exclame- ,
no quiero negros cansinos ni llantos aletargados.
Reiré hasta que el eco se disipe allá lejos
donde quizás tú oigas mi canto o quién sabe si ya no.
le daré mi voz cansada, mis manos otoñales
como las ramas que ahí fuera crujen sus despojos.
Me encontrará desnuda,
en un ofrecimiento insinuante
a sus dientes de vampira.
Que los labios se le enturbien
del último resto que otro día fue rojo,
que la sal que acarició mi piel
en los mares de la infancia
le escueza la valentía,
y que te coma las entrañas a ti que te llevo dentro.
Cuando venga a por mí,
la sorprenderé maquillada hasta las sienes
-tiene que ser ella la que exclame- ,
no quiero negros cansinos ni llantos aletargados.
Reiré hasta que el eco se disipe allá lejos
donde quizás tú oigas mi canto o quién sabe si ya no.