
la hipoteca de los años
y cambie el vestido rosa
por el negro de un encaje;
aunque los pies taconeen
las noches en do de agujas
sin lazos en los zapatos,
sin princesas en el alma;
aunque sigan muchos aunques,
el playmobil me sonríe
y un peluche carcajea
el peso de cada libro.
5 comentarios:
¡Ay! ese Sur que es la niñez, al que no podemos volver, del que quizá no debimos salir sin la carga de la inocencia, pero es plácida morada para el reposo del dolor cotidiano de existir...
Y con él los ayes son menos.
Un beso para tu Sur. Me gusta verte por aquí.
Hola Sirena.
Siempre es un buen negocio, cambiar los "aunques" por los "todavías".
Un gran beso.
Qwerty
Con el paso del tiempo, con alguno de los áridos caminos que uno se ve obligado a andar e incluso con los pisotones se pierden los lazos. O habría que decir, mejor, que se cambian de sitio, que pasan a llevarse por dentro. Quizá sea por eso que el playmobil te sonríe. Él los ve cuando lo miras.
Sí, Qwerty, el "todavía" casi siempre está presente. Creo que nunca terminaré de crecer.
Otro beso grande para ti.
¡Qué bonito!, J.T.. No lo podías haber expresado mejor ni de una forma tan preciosa, como siempre (si eres quien yo creo). Ojalá que siempre tenga dentro nudos hechos de colores.
Gracias.
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